




El objeto de la presente sección es simplemente compartir la pequeña parte que conocemos de este oficio y que a lo largo de los años fuimos incorporando por medio de libros, artículos y publicaciones en general que en buena parte de los casos nos hicieron llegar clientes y amigos.
A todos ellos agradecemos su invalorable aporte y una mención muy especial a nuestra amiga Claudita De Blasis, sin cuya labor nos hubiese sido imposible la traducción de los documentos históricos.
Comencemos por la definición
Dictionnaire de l’Académie française, 9e édition (actuelle)
PASSEMENTERIE nom féminin
xvi siècle. Dérivé de passement.
Ensemble des ouvrages tissés, tressés ou brodés servant à l’ornementation des vêtements, des tentures ; fabrication et commerce de ces ouvrages.
PASSEMENT nom masculin
xii siècle, au sens d’« action de passer » ; xvie siècle, au sens actuel. Dérivé de passer.
Bande d’étoffe plate où sont entrelacés des fils d’or, d’argent, de soie, de laine, etc., qui sert d’ornement aux vêtements, aux tentures.
▪ Par extension. Se dit aussi des ganses ou des rubans cousus sur les vêtements et, plus généralement, des ouvrages tissés, tressés,
brodés que l’on destine au même usage. Les cordonnets, les franges, les glands sont des passements.
Pasamanería: Obra o fábrica de pasamanos. Oficio de pasamanero Taller donde se fabrica la obra de pasamano o tienda donde se vende.
Pasamano: Del francés passement. Género de galón o trencilla, cordones, borlas, flecos y demás adornos de oro, plata, seda, algodón o lana que se hace y sirve para guarnecer y adornar los vestidos y decorados.
De la Real Academia Española
pasamanería
De pasamanero e -ía.
pasamanero, ra
De pasamano y -ero.
pasamanar
De pasamano.
Una interpretación que nos gusta dar es que al tejer en telares manuales, la lanzadera, con su trama devanada en el carretel que porta, cruza la cinta o cadena con un pase de una mano a la otra o sea, pasamanando.
Es imposible determinar el punto exacto del origen de este oficio excepto si nos basamos exclusivamente en el aspecto de las corporaciones y la clasificación de los gremios que más adelante veremos.
Para definir cuando se hizo la primera pasamanería debemos remontarnos a la prehistoria
En la época glaciar las vestimentas eran confeccionadas con cueros y pieles cosidos, por lo que ya se conocía la aguja. El tejido de fibras vegetales aparece bastante temprano en el Mesolítico.
En el neolítico, paralelamente al desarrollo de la cestería; los tejidos, sobre todo los de lino, se enriquecieron con bandas y bordados según se puede apreciar en trozos de materiales conservados en ciénagas de ciudades lacustres.
Más tarde, las pinturas del Levante español y las de África, nos hicieron conocer múltiples peinados, arreglos de plumas, fibras trenzadas, polleras de mujer y pantalones de guerreros.
El gusto por el adorno y por el lujo, aparecen de a poco, a medida que la jerarquía y el comercio se organizan y aparece el deseo por marcar la época, la casta o la familia.
En Egipto, al sur, en el período Neolítico, se hacen herramientas, alfarería, cestería y los primeros tejidos.
Los primeros flecos se realizan por la necesidad de sujetar el tejido, al principio y una vez finalizado el mismo, con lo cual podemos marcar un comienzo en la búsqueda de la huella de la pasamanería en los adornos que acompañan a los tejidos, en forma de galones o bordes como en el arte Copto
La técnica que consiste en anudar los hilos entre ellos prácticamente no cambió, en el curso del milenio, no es curioso encontrar dentro de documentos antiguos de Siria, Persia y Egipto formas de flecos muy próximas a las que se ven en la actualidad.
La tradición atribuye a Chapour II (siglo IV), la construcción de una ciudad Ewan-E-Kerka cercana a Suse (ciudad del Elam, país del sudeste de la Mesopotamia) y la instalación de especialistas tejedores que trabajaban la seda.
Esas piezas textiles han sido preservadas dentro de las arenas de Egipto y dentro de las catedrales e iglesias de Europa.
Los restos de las industrias textiles descubiertas en Palmira, dejan entrever que, si bien la decoración copta parte de modelos de la época romana comunes a todo oriente, los han desarrollado según su propio ingenio.
En la edad media, los cruzados vuelven de sus expediciones con suntuosos tejidos orientales, que serán rápidamente usados para la decoración de iglesias.
Los primeros tejidos que se conocen son de Egipto del 5000 AC. La primera fibra utilizada fue el lino, después se desarrollarían otras fibras de acuerdo al medio ambiente natural. El cáñamo y la seda se empiezan a tejer en China, y el algodón en la India.
Históricamente se han utilizado fibras naturales, de origen animal, como la lana o la seda, y de origen vegetal como el algodón o el lino.
Las fibras artificiales fueron desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX.
Retorciendo fibras entre sí, es como se obtiene el hilo. Para ello se colocaba la fibra peinada en forma de mechas en una vara y con los dedos de una mano se estiraba la fibra y se regulaba el grosor, mientras que con la otra mano se hacía girar el huso en donde se iba acumulando la fibra resultante.
En la edad media se invento la rueda de hilar, lo que permitió realizar el proceso con mayor velocidad.
Los tejidos se producen cruzando los hilos ya obtenidos, y esta operación se lleva a cabo en el telar, sobre el cual hacemos un párrafo aparte e imaginamos a quien tomó unas rudimentarias maderas, las unió, y cruzando hilos en una y otra dirección, confeccionó un tejido en el primer telar de la humanidad.
Probablemente los primeros telares tenían la forma más elemental, un par de palos, uno unido a un árbol o a los pies del tejedor y el otro a la cintura del tejedor, según se tejiera sentado o de pie, entre los cuales se tendían los hilos de la urdimbre, la cual el tejedor tensaba moviéndose hacia atrás y adelante para así posibilitar que pasara el hilo de trama y luego tensarlo.
Más tarde se inventaron el bastidor, los lizos, la lanzadera, los pedales, luego vino la mecanización y los sistemas de automatización y control para dar lugar a los modernos telares de altísimo nivel de producción y capaces de funcionar prácticamente sin supervisión de persona alguna.
El telar artesanal es símbolo de esfuerzo y perseverancia cuando de su uso hablamos, pero también lo es de creatividad cuando en él diseñamos, y satisfacción cuando por su intermedio nuestra idea es plasmada.
Imposible saber quien fue aquel hombre o mujer que creó el telar, ni tampoco que sensaciones pasaron por su cabeza con aquel logro. Lo que sí sabemos, es cuando ello ocurrió. Fue aproximadamente en el año 5000 AC en el periodo neolítico, época acerca de la cual no existen documentos históricos, pues estamos hablando de la prehistoria y las fuentes son, por tanto, los restos materiales dejados por el hombre de aquellos tiempos.
Estos materiales se encuentran en antiguos lugares de habitación o culto, minas sepulturas, talleres, caminos etc.
La civilización desarrollaba la agricultura y la ganadería, se inventaban la rueda y los vehículos, cobraban vida la arquitectura y los poblados, comenzaba la especialización profesional, se creaban el calendario, las embarcaciones de vela y los primeros tejidos.
Desde el Oriente Próximo, el neolítico llego a Europa en su forma itinerante, a través del norte de África hacia Europa occidental y por el Danubio hasta Bélgica y Germania.
La producción de alimentos condujo, por otra parte, a su conservación (silos, vasijas y cestas) y a la constitución de reservas, y la existencia de estas favoreció las relaciones comerciales.
Entre los restos de los poblados Neolíticos de Oriente Próximo se encuentran los primeros indicios de la industria textil (lino, lana).Los primeros tejedores se inspiraron en la cestería.
El principio de la pasamanería está ligado a los primeros tejidos.
El tejedor, para fijar los hilos, los anudaba y de esta manera quedaron confeccionados los primeros flecos.
Rápidamente, se busco darle una aplicación decorativa a esta creación.
En varias partes del mundo se descubren vestigios de este tipo de terminaciones del tejido en forma original y refinada, ya sea en tumbas de faraones o de los Incas, como en templos chinos o griegos.
Originalmente, un fleco era simplemente un modo práctico de impedir el deshilachado de los bordes de las telas.
Hasta el siglo 19, la mayoría de los telares de seda solo podían tejer un ancho máximo de 50 a 60 cms y entonces debían unirse dos anchos para cubrir un asiento o respaldo de silla o sillón y la costura era disimulada por un cordón o un galón.
Los tapiceros, aun en la actualidad utilizan un galón angosto para ocultar las tachuelas que sostienen la tela al marco de la silla (tapatachas).
Rápidamente, el potencial decorativo de la pasamanería se volvió obvio.
Los flecos que aparecen en las pinturas medievales son arreglos simples de hebras lisas colgando de un cabezal constituido de un galón angosto, y eran utilizados en forma moderada en los bordes colgantes en las camas. Pero, sobre el final del siglo XVI, los hilos que pendían del galón comenzaron a atarse entre sí alternadamente para dar un efecto de enrejado, y los flecos comenzaron a aparecer en las sillas.
Por ejemplo, en Inglaterra, no toda la pasamanería se destinó a la decoración, las borlas adornaron los vestidos de las cortesanas a lo largo del siglo XVII.
Fue después de la restauración de la monarquía (Restoration) con Carlos II, cuando verdaderamente floreció el arte de los pasamaneros.
La moda francesa fue acogida con gran entusiasmo por la corte inglesa, y los artesanos “Hugenot” fueron bienvenidos en el país.
Se introdujeron nuevos tipos de muebles, tales como sillas y sofás, cubiertos en ricos Damascos y terciopelos de seda, suntuosamente adornados con flecos campana densamente cargados de borlas.
Estos flecos también podían ser vistos en grandes camas tales como la de Melville State de 1698, exhibida en el Victoria & Albert Museum, el cual es un paso obligado si se quiere apreciar el arte de los pasamaneros.
Los flecos campana bordeaban las rojas cortinas aterciopeladas y sus correspondientes cenefas, las cabeceras de seda y el dosel modelado en rojo.
Una cama real de este tipo, demandaba alrededor de 325 metros de flecos de diferentes alturas a un costo de 962 Libras de la época.
Posteriormente, el uso de los flecos se volvió más moderado. Las cortinas pasaron a recogerse con angostos galones; y los flecos, ahora más contenidos, volvían a su posición inicial, a lo largo de los bordes.
Era igualmente probable que las sillas fuesen bordeadas tanto por galones como por tachas de bronce.
En lugar del uso de la pasamanería para crear grandes efectos, las mismas telas eran utilizadas para tales fines tanto en ventanas como en camas.
Fue después de1775, cuando las cortinas drapeadas dejaron de ser las favoritas, el momento en que la pasamanería tuvo una reinserción.
En las grandes casas aparecieron borlas y flecos elaborados en las camas, mientras que bordados y aplicaciones se daban tanto en camas como en sillas.
En las propiedades con menos recursos, el efecto se lograba por contraste de colores. Así es como, en catálogos de 1780 podían apreciarse flecos verdes sobre telas color rosa o flecos morados sobre amarillo.
El algodón blanco estaba particularmente de moda para las cortinas y proveía un excelente contraste a los brillantes y coloridos flecos.
Durante el primer cuarto del siglo XIX continuo la tendencia al drapeado, tiempo en el cual se podían ver cenefas bien pesadas, con frecuencia en dos telas contrastantes, sobre muchas ventanas. Permitiéndose también la exhibición de largos flecos.
Algunos cambios se produjeron en los flecos, donde el simple desflecado era reemplazado por caídas acordonadas y por colgantes de madera revestidos de seda.
A medida que la era Victoriana avanzaba, los flecos ganaban más espacio en el mobiliario (estanterías, manteles, fundas de muebles, repisas y pantallas de chimeneas) como así también las ropas estaban cargadas de ellos.
Sin embargo, mientras la tendencia principal en los hogares Victorianos eran los drapeados para el resto del siglo, fuertes signos de cambio empezaron a aparecer en los nuevos movimientos artísticos.
Por gran parte del siglo 20, el modernismo, la austeridad y el minimalismo, combinado con la disminución del personal domestico y por ende la resultante necesidad de un régimen simplificado de mantenimiento del hogar, derivaron en un menor uso de la pasamanería, excepto cuando se recurría a estilos históricos.
Los años setenta vieron el comienzo de serias investigaciones de los ambientes clásicos en la historia y el modo en que se utilizaban. Hubo entidades que se embarcaron en un programa de recreación de interiores históricos, de acuerdo a evidencia documental, y ese interés se vio reflejado en los hogares del Reino Unido, visto el renacimiento de las cortinas adornadas en la mayoría de las calles suburbanas allá por los años ochenta.
Como conclusión, más allá de las variaciones impuestas por cada coyuntura en particular y por las modas, la pasamanería siempre ha sido un reflejo del gusto refinado de quien la luce.
Antes de llegar a los primeros pasamaneros, es necesario conocer la organización corporativa de las cortes de aquellos siglos, para así tener una vista general y cronológica, luego llegaremos a quienes hacen pasamanería, pasando por los que hacen crepería (crepé : tejido de lino, seda, algodón, etc., de superficie rugosa).
Encontramos en la antigüedad, signos de una vida profesional organizada. Las comunidades de artesanos existían entre los griegos, pero es en Roma donde es posible hacerse una idea precisa de la antigua corporación.
Los colegios de artesanos, se dividían en públicos (profesiones necesarias para la subsistencia del pueblo) y privados. Entre los últimos encontramos a los “centonarii” (fabricantes de mantas) y los “cannofori” (fabricantes de esteras).
En Niza y en Vaisón se reconoció la huella de centonarii. En Lyón se volvieron a encontrar agrupados los cuerpos de vestimenta y de tejidos (sagarii y centonarii).
En el norte y en los países anglosajones, estos grupos estaban agremiados. Gremios religiosos o sociales, gremios de comerciantes, gremios de artesanos.
Al parecer estos gremios ya existían en el norte de Francia y en Normandía hacia el año 1000 ó 1100, y en Inglaterra había gremios de tejedores dentro del reinado de Enrique I (1100 – 1133), como así también en Alemania (Mayence 1099).
Se encuentra ya en esta época una organización profesional bien constituida y una seria colaboración.
En Francia, hay pocos informes sobre el periodo que se extiende desde el siglo V al XI, producto de las guerras y la gran anarquía.
Sin embargo, parece que la organización corporativa creada por los romanos sobrevivió parcialmente.
Las actas que se han encontrado en Le Mans, Angers, Vienne, Arles y Nimes, atestiguan la supervivencia de estas instituciones romanas.
Los relatos contemporáneos nos muestran a los habitantes procedentes de las ciudades en un cierto pie de igualdad en la elección de obispos, magistrados y concejales; llevadas a cabo reuniendo a toda la población.
Por otra parte, si estas ciudades pudieron conservar sus asociaciones obreras dentro de la primera y segunda casta de reyes, no es menos cierto que la mayor parte de la gente de oficio fue reducida a la servidumbre.
La industria se limita a los objetos de primera necesidad donde se adivina el privilegio de los grandes señores.
Las cortes, las abadías y los castillos, poseían vastos talleres (Atelier) en donde los obreros-sirvientes confeccionaban para la cuenta de su señor todo lo que era necesario para el mantenimiento de su casa y sus necesidades y de esta manera se generaron obras maestras en armaduras, orfebrería y construcción, alentadas y exhibidas por los poderosos príncipes.
Si bien es cierto que a partir del siglo XII, los oficios en las ciudades del norte de Francia estaban ya provistos en su mayor parte de una organización regular, los pañeros valencianos habían estado organizados en corporaciones, desde 1167. En Rouen las huellas de organización corporativa aparecieron desde 1100.
Bajo el reinado de Luis IX (Saint Louis 1235 – 1270) en 1258 Etienne Boileaux fue nombrado preboste de París (jefe de la comunidad). El toma la iniciativa de la legislación obrera, convoca a la gente de oficio para comprometerlos a que se agrupen en comunidades y a redactar sus estatutos.
El régimen corporativo con su gente y sus franquicias figura en todo el libro de oficios.
Entrando en la comunidad por la puerta del aprendizaje, el joven obrero encontraba, desde luego deberes de diversa naturaleza, pero también derechos. Es decir los hábitos y costumbres de la ley, eran su libreto y su código.
Sometido a la autoridad del maestro, pero ubicado al mismo tiempo bajo el ala maternal de la maestra, beneficiándose de los consejos del primer criado, el joven tenía ya sin salir de la casa patronal, muy importantes compensaciones.
De su patrón, el trabajador dependía jerárquicamente, según los jurados de la corporación, además del preboste de París y de los grandes oficiales de la corona, maestros estos y protectores de ciertas profesiones.
En fin, el aprendiz podía ascender hasta al mismo rey, jefe supremo de esta sociedad feudal donde el oficio se hacia un lugar. En tanto que el hombre del campo, sin relación con sus hermanos de pueblos cercanos, sin reglas para contenerlo y protegerlo, soportaba todas las humillaciones y no reaccionaban más que de vez en cuando, por explosiones que se citan en la historia como la guerra pastoril y el motín.
La corporación que figura previamente a la pasamanería le concierne más a la vestimenta que al amoblamiento.
Los “Crepiniers” (flequeros) o “Cressonnieres” estaban de este modo definidos dentro del registro de “Metiers” (oficios o profesiones) de la ciudad de París.
El nombre de crepine designa a una franja o fleco tejida y bordada o labrada en la parte superior. Este nombre servía para denominar a los flecos muy cortos de hebras finas y al mismo tiempo muy tupido.
Los Crepiniers eran fabricantes de pasamanería de hilo y de seda. Hacían cofias para damas, fundas de almohadas y visillos para los altares.
Los trabajos más ricos poseían oro y perlas en diseños de escudos.
Antes de tomar un aprendiz, el maestro debía probar delante de al menos dos jurados, su capacidad y su desenvoltura para asegurar el mantenimiento y la instrucción del niño.
El manuscrito original de los estatutos de oficios data de fines del siglo XIII.
Estuvo conservado en el tribunal de cuentas y desapareció durante un incendio el 27 de agosto de 1737.
La organización corporativa de profesiones permitía al estado recaudar el impuesto llamado Taille (poda o quita).
La Taille era un impuesto anual que pagaban los miembros de diversas corporaciones.
Además de este impuesto anual, un señor feudal, tenía el derecho de subir en forma extraordinaria una Taille, en cuatro grandes ocasiones:
Después de los Crepiniers aparecieron los Laceurs (atadores) que entrelazaban los hilos de oro y los Frangers-Dorelotiers (tejedores de flecos dorados), este ultimo termino se utiliza durante muy poco tiempo (estatuto de 1327).
En la misma época existían los Sayetteurs.
La Sayetterie se ocupaba de la fabricación de una tela de lana, una suerte de sarga ligera mezclada con seda y se realizaba especialmente en Flandes.
Entre las profesiones vecinas encontramos a los sastres de galones y cintas de oro, los obreros de paño de oro, los hiladores de seda, cortadores, bordadores, etc.
Como resultado de sucesivas transformaciones los trabajadores de seda y oro se dividían en dos ramas bien distintas: los que tejen con lanzadera en el telar telas de ancho pequeño denominados Rubaniers ( cinteros o galoneros) y los que trabajan a mano, bordan las telas, los galones y los botones denominados Passementiers o Passementiers-Boutonniers (Pasamaneros).
Con el correr del tiempo las comunidades de oficios se separaban, se unían, se volvían a separar, entonces los apelativos variaban: tejedores-cinteros; sastres de cintas de oro; botoneros; flequeros-cinteros, después aparece el termino de pasamaneros.
Entre 1515 y 1547, en Francia, un gran renacimiento artístico se hizo sentir dentro de todos los oficios gracias al regreso de Italia en la escena.
En 1544 un nuevo edicto ordena la plantación de moreras (sus hojas sirven de alimento al gusano de seda) a fin de aumentar la producción de la seda cruda y de este modo alimentar en forma más activa a las manufacturas nacionales. Una fábrica de seda estaba establecida en París.
No será hasta marzo de 1559 que serán establecidos los estatutos de pasamaneros, que los separan entonces oficialmente de los tejedores cinteros.
Parece que estos estatutos habrían encontrado algunas dificultades, ya que no fueron homologados hasta 1566.
Establecen muy claramente la división del trabajo:
Los pasamaneros son los que hacen, flecos, borlas, cordones, etc. Todas cosas esencialmente lujosas, realizadas por los ancianos maestros.
En 1614, bajo el reinado de Luis XIII, los estatutos generales demandan una disminución de la Taille, la abolición de amos y el libre ejercicio de la profesión.
En esta época, la confección y la hechura de materias de oro, plata y seda, ocupaba a tres oficios distintos:
Los dos primeros, fabricaban las materias de oro de seda, los satenes, los damascos, los terciopelos, los brocatos, los paños de oro y plata finos, rellenos, rizados, las gasas de seda enriquecidas con oro y plata, etc.
La única diferencia entre los dos oficios era que los tejedores solo tejían fajas y cintas de poco ancho.
Las corporaciones permanecieron entorpecidas por las cortes del siglo XVIII entonces todo se desarrollo alrededor de ellas y no hicieron más que debilitarse con el curso de los años.
En la tabla de oficios alrededor de 1750, había 735 tejedores – cinteros, 318 obreros de paño de oro, 20 recortadores de seda, mas los obreros en tela de oro.
Si se agrega a los obreros en seda, como los pasamaneros llegan a 530, los bordadores a 265.
En 1766 la guía de cuerpos de mercaderes indica 113 cuerpos de oficios dentro de los cuales está el de botoneros – pasamaneros.
Después de la revolución francesa y la supresión de las corporaciones, la vida profesional cambia de aspecto.
Los pasamaneros conocieron algunos años difíciles, consecuencia de un período político movido.
Un documento del Museo de Arte Decorativo titulado:”Carta general industrial del departamento de la Somme para la exposición hecha en el año 1806 bajo las ordenes de Napoleón el grande y su ministro Champagny”, precisaba que la lana común del país era suficiente para la fabricación de la pasamanería.
Las mujeres preparaban e hilaban la lana, los hombres y los niños preparaban la cadena y tejían la trama.
Las cintas eran distinguidas por números, los muestrarios indicaban el precio por metro, por piezas de 30 mts generalmente, en el caso de cintas no cruzadas y de 22 mts en el caso de cintas cruzadas. El precio variaba entre 1.70 y 3.50.
Las cintas teñidas costaban 1 F más la pieza.
En 1819, Dean Baptiste Louvet, fundador en 1800 de la casa que lleva su nombre, fue nombrado pasamanero real y encargado del mantenimiento del castillo real.
En 1848 encontramos la huella de una “Sociedad Industrial de Jefes de Atelier y Obreros Cinteros” en Saint Etienne. Esta sociedad era una suerte de sindicato mixto que había establecido una tarifa móvil de salarios, pero parece que su existencia fue de corta duración.
Un período importante para la pasamanería se sitúa entre 1860 y 1870. El estilo Napoleón III, por su abundancia de tejidos, de colchas con flecos con mucha mano de obra.
La guerra de 1870 y la Comuna de Paris, marcan un nuevo estancamiento de la profesión.
Un estudio sobre la fabricación de alfombras, tapizados y otros géneros de tapicería (H. Mourceau, Bibliotheque de la Ville de Paris) aparecidos al momento de la exposición universal de 1878, nos indica que la pasamanería se dividía en cinco categorías:
Esta publicación precisa que la exposición de pasamaneros de Francia era admirable.
Destacando a Vaugeois por sus magníficos trabajos en oro y plata, a Dieutegard por sus nuevas creaciones y la excelencia en la producción de pasamanería para la moda, a Weberc por la completa aplicación del arte antiguo a la pasamanería del arte moderno y por último a Lauwic y Gallant por sus artículos producidos a gran escala con una regularidad destacable en base a métodos mecánicos de sus invención.
Dos casas de las cuales sus productos obtuvieron las más altas distinciones en 1867 y 1878 (medallas de oro) son Almagny y Oriol de San Chamond y Louvet, esta segunda en la especialidad de la pasamanería para muebles.
Otras casas distinguidas con otros galardones fueron: L. Langlois (modas), Guibout y Richardiere (pasamanería de oro y plata), C. M. Spiquel (indumentaria militar), como así también, Cagnet y Neven (Paris), J. Gay (Lyon), Lebee (San-Quintín), Bernard y Cie (Paris), los hermanos Wimphen (Paris) y otros.
Una nueva época comienza en 1880, evolucionando lentamente para terminar en 1914.
En el territorio profesional, este periodo se baso en los sindicatos y las cámaras sindicales, desde donde se definió la organización jurídica.
Actualmente la cámara sindical se denomina “Los Pasamaneros de Francia” y es cámara sindical nacional desde 1937.
Si bien la cantidad de pasamaneros es poca, comparada con otras actividades, su organización, cohesión y dinamismo, hacen que la influencia y el prestigio de “Los Pasamaneros de Francia” sea grande en dicho país.